
Refinar: No es el qué, es el cómo
Estimado lector, hoy estamos a poco menos de tres meses para que se lleven a cabo las elecciones presidenciales del país y de nuevo está latente la incertidumbre por algunas de las promesas de campaña de los candidatos, sin embargo, tengo que decir que en esta ocasión con menos volatilidad que en campañas anteriores.
Mucha de la incertidumbre se debe a las propuestas de campaña en materia de la Reforma Energética propuestas por Andrés Manuel López Obrador (AMLO) a través de Rocío Nahle, quien fungiría como Secretaria de Energía (SE), en caso de que él llegue a ser Presidente. Hemos visto cómo en los últimos meses el discurso de AMLO ha pasado desde: “eliminar completamente la Reforma Energética y a la no privatización de la industria”, a un: “La reforma seguirá, se evaluará la inversión privada y se revisará contrato por contrato”.
Pero, si en algo tiene razón AMLO, es en la ineficiencia de PEMEX para operar durante los últimos años, a la falta de inversión, al aumento de la dependencia externa y a la corrupción, sin embargo, como todo proyecto de inversión en donde se busca la rentabilidad, hay que evaluar el tiempo y los posibles escenarios para ver su factibilidad.
En el 2006, Rafael De Celis, ex –miembro de la Cámara Nacional de la Industria y la Transformación (Q.E.P.D.) advertía que los ingresos de PEMEX del 2002 hacia ese año, se debían a un aumento en los precios internacionales del petróleo y no necesariamente a un alza en la producción del mismo, y que de no construirse más refinerías, México pasaría a ser un país importador de combustible.
Hoy en día importamos alrededor del 70 por ciento de combustible y estamos viviendo algo similar; en el artículo previo estimado lector, mencionamos que en el 2017 el aumento de los ingresos de PEMEX se debían principalmente a la liberación de precios en el mercado nacional, y no necesariamente a un alza en la producción, la pregunta ahora sería: ¿Estamos en tiempo para construir refinerías?
La propuesta de Rocío Nahle es construir dos refinerías con una capacidad de producción de 300 mil barriles de petróleo (bdp) en 3 años, con un costo alrededor de 6 a 8 mil millones de dólares. La propuesta no suena mal en palabras, pero la cuestión es si el tiempo de mercado e industria es el adecuado, la procedencia del recurso para poder construirlas, si será rentable y los efectos micro y macroeconómicos para nuestro país, sin duda, un tema en donde muchos expertos debaten entre el sí hacerlo o no.
La realidad de las cosas es que los recursos tendrían que venir de las arcas del gobierno, ya que PEMEX no cuenta con la capacidad financiera para poder realizarlos ni podrá tenerla en los próximos años, ceteris paribus, debido a la carga financiera acumulada, lo cual aumenta el gasto público y tiene efectos inflacionarios, o de lo contrario, tendría que permitir la inversión privada.
Por otra parte, la Agencia Internacional de Energía (AIE) estimó que para el 2023 la demanda de petrolíferos subirá pero no por un aumento en demanda de gasolinas y diésel, sino por productos como fertilizantes, plásticos y artículos de belleza en donde muchos de ellos se producirán usando gas y se espera una baja en las actividades de refinación, así como una mejora en la eficiencia de los combustibles y su caída paulatina a nivel mundial.
En lo personal, me preocupa más el tema que dentro de algunos años Estados Unidos cubrirá el 80 por ciento de la demanda mundial reduciendo la importancia de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), hemos visto cómo México se sacude con cada noticia de nuestro vecino del Norte debido a su dependencia comercial.
Viéndolo desde arriba y tomando diferentes aspectos macroeconómicos, la propuesta de Rocío Nahle de pronto no suena tan descabellada, sin embargo, considero necesario continuar con la apertura de la industria a la inversión privada para que pueda desarrollarse la infraestructura que tanto le hace falta a México y actualizar las refinerías actuales de PEMEX en un ambiente de competitividad, es decir, que como toda empresa, PEMEX se desarrolle en donde es bueno y rentable y se beneficie de la competitividad en donde no lo es para así trasladar un beneficio hacia el consumidor final.
Fuente: El Financiero




